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Protesta!: Cine América estrena “Blue Jean”, el debut como directora de Georgia Oakley

La película, ambientada en Inglaterra en 1988 durante el mandato de Margaret Thatcher, narra diversos sucesos en la vida de una profesora de educación física mientras intenta conciliar su profesión y su identidad sexual. 

Por Hernán Ceccato

Estrenos en el Cine América: Blue Jean, de Georgia Oakley

El histórico Cine América, principal sede de Cine Club Santa Fe, mantiene actualizada su cartelera permanentemente. En ese sentido, este jueves se estrena la opera prima de la cineasta británica Georgia Oakley, su primer film como directora, ambientado en la década de los 80 pero que tiene mucho que decir sobre la coyuntura actual.

Las entradas se retiran en la boletería del cine (25 de Mayo 3075) antes de cada función, sin necesidad de adquirirlas de manera anticipada. Dudas y consultas al número de teléfono (0342) 472-3995, al mail [email protected], o a las redes sociales (Instagram o Facebook) de Cine Club Santa Fe.

Blue Jean se estrenó originalmente en septiembre de 2022, en el marco del Festival de Cine de Venecia, y comenzó a llegar a las salas internacionales en febrero de 2023. La película de Oakley estuvo nominada a los Premios BAFTA en la categoría de Mejor debut de un escritor, director o productor británico.

Jean es una joven profesora de educación física en una escuela secundaria. Ella es una apasionada y talentosa profesional, pero la imposibilidad de expresar libremente su identidad sexual la obliga a llevar una doble vida. Mientras lucha por mantener sus vínculos, el miedo de quedar expuesta, perder su empleo y quedar sometida ante la opinión pública la mantienen en un constante estado de depresión. En vísperas de la promulgación de la infame Sección 28, que buscó prohibir la “promoción de la homosexualidad” en los ámbitos públicos, Jean se verá forzada a tomar las riendas de su propia vida.

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Protesta!: entre la vergüenza, la indignación y el orgullo

Y si la muchedumbre vulgar y maligna malinterpretan el amor con el que hemos sido bendecidos, su valor no se ve afectado en lo más mínimo, nuestro amor justo y honesto aún puede sentirse orgulloso…“, reza un conocido soneto escrito por el artista renacentista Michelangelo Buonarroti, que fue pertinentemente citado en “Bajo tu propio riesgo” (1992), uno de los últimos libros escritos por el artista ‘queer’ Derek Jarman. La mirada incisiva de esta destacada figura creativa de la cultura disidente británica continúa resonando en las generaciones contemporáneas, bajo la superficie de la sociedad inglesa que nunca logró del todo eliminar el manto del conservadurismo.

La homosexualidad en Reino Unido estuvo penada por la ley durante siglos, con las primeras prohibiciones que datan de 1533, durante el reinado de Henry VIII. Posteriormente la situación se agravó con la Ley de Enmienda del Derecho Penal de 1885, que tipificaba como delito la “indecencia grave entre varones“, una ley de mayor alcance que penalizaba cualquier actividad homosexual entre hombres, mientras que anteriormente sólo se penalizaba el sexo anal.

Recién en 1954 se comenzó a cuestionar la idea de la homosexualidad como una ofensa legal, y la aparición del Informe Wolfenden en 1957 cambió para siempre el panorama. El mencionado informe fue realizado por el Comité Departamental de Ofensas Homosexuales y de Prostitución, y llevó el nombre de su presidente, Lord Wolfenden; la publicación de este documento ocurrió después de que varias figuras reconocidas fueran condenadas por “delitos de homosexualidad“, incluyendo al periodista, novelista y dramaturgo Peter Wildeblood, y Alan Turing, el afamado matemático, filósofo y pionero de la informática moderna.

El Informe Wolfenden recomendaba que “el comportamiento homosexual consentido entre adultos en privado dejara de ser un delito penal” y defendía la idea de que “la homosexualidad no puede considerarse legítimamente una enfermedad“. Luego de una década de debate, la homosexualidad se despenalizó para los mayores de 21 años en la Ley de Delitos Sexuales de 1967; pero la discriminación y marginalización contra la comunidad LGBT en general se extiende hasta la actualidad.

El comienzo de la década de los 80 trajo consigo un nuevo desafío: los primeros casos de VIH/SIDA se reportaron por primera vez en 1981, y las primeras víctimas registradas fueron un grupo de hombres homosexuales. La prensa no demoró en asociar dicha enfermedad con la homosexualidad y bisexualidad, aunque esta noción se originó en los círculos médicos antes de llegar a los medios. El resultado, mayores niveles de prejuicios sexuales, como actitudes homófobas y bifóbicas, y diversas situaciones de violencia.

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En este contexto es donde la mirada de personajes como Jarman toman mayor relevancia. Él mismo fue diagnosticado con VIH en 1984, y hasta su muerte en 1994, prácticamente toda su obra artística estuvo centrada en denunciar y exponer la violencia estatal ejercida por el gobierno conservador de Margaret Thatcher hacia los sectores marginales, donde no sólo se encontraba la comunidad LGBT. Aún más, Jarman fue una de las primeras figuras públicas en hablar abiertamente sobre ser VIH positivo. El avance de la ideología conservadora en la década de los 80, que defendía un estilo de vida estrictamente heterosexual, rechazaba cualquier tipo de alternativa a “modelo” de familia convencional, y por tal motivo los vínculos homosexuales se consideraban “aberrantes y antinaturales“, al tiempo que sostenían que “perturbaban y promovían la homosexualidad entre los menores de edad“. Y como en cualquier formato de régimen conservador, los medios de comunicación en todas sus formas (programas de TV, reality shows, películas, revistas, etc.) ayudaban a sostener estas nociones, que no demoraron en ser tomadas por la población como algo completamente “coherente”.

Blue Jean“, la película de Georgia Oakley, está ambientada en 1988. En ese año, el gobierno conservador de Thatcher promulgó la Sección 28 (también conocida como Cláusula 28), una designación legislativa que consistía en una serie de leyes que prohibían la “promoción de la homosexualidad por parte de las autoridades locales. La enmienda establecía que una autoridad local “no promoverá intencionadamente la homosexualidad ni publicará material con la intención de promover la homosexualidad” ni “promoverá la enseñanza en cualquier escuela mantenida de la aceptabilidad de la homosexualidad como una pretendida relación familiar“.

Este mandato estuvo vigente en Inglaterra y Gales hasta 2003, y desde su origen provocó que muchas organizaciones, agrupaciones y grupos de apoyo enfocados en personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales debieran cerrar, limitar sus actividades o cometer autocensura. La terrible falta cometida por estos sectores conservadores no se hallaba únicamente en considerar a la homosexualidad como una “aberración antinatural”. La noción de “promover la homosexualidad” era aplicada para básicamente cualquier situación de asistencia, debate, intercambio de ideas, consultas médicas, y toda clase de divulgación de ideas relacionadas como miradas disidentes.

Derek Jarman y Jimmy Somerville durante una manifestación pacífica de OutRage! en 1992. © Stephen Mayes cortesía de Peter Tatchell

Pero mientras sucedían los mencionados atropellos legislativos sobre los derechos de los sectores marginales, no toda la población se mantuvo estática. Colectivos artísticos militantes como OutRage! mantenían constantes demostraciones públicas en contra de los prominentes ideales conservadores de personajes como Thatcher. Manifestaciones y marchas de las que participaban miembros de la comunidad LGBT junto a obreros de clase media y baja, quienes también se habían visto perjudicados por leyes promovidas por la “Dama de Hierro”.

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